por Primavera Fraijo
13/08/2025 20:32 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 13/08/2025
Por Primavera Fraijo
Hace muchos años, en una lluviosa noche, mi entonces pareja y yo estábamos sentados bajo un árbol, mirando cómo el agua caía sin prisa.
Era uno de esos momentos en los que el mundo parece ajeno, y todo lo que importa cabe en un par de metros cuadrados.
De repente, me tomó de la mano y me jaló hacia la precipitación. Sin previo aviso, empezamos a girar y a brincar, empapándonos hasta los huesos. El frío calaba, pero la risa lo ahogaba.
Cuando volvimos a sentarnos, con la ropa pegada a la piel y el cabello escurriendo, le dije:
—¡Qué divertido! ¡Hay que repetirlo!
Me miró con una seriedad extraña y respondió:
—Pasaste la prueba.
No entendí. Entonces, sonriente, me explicó que había leído alguna vez que, si una mujer baila contigo bajo la lluvia sin importarle nada, es "la indicada".
Eso fue lindo, pero... No lo fui. Nos separamos meses después de ese romántico momento.
Sin embargo, guardo ese recuerdo con un cariño casi doloroso. Tal vez porque, aunque no fui "la indicada" para su vida, lo fui para esa noche. Y eso, de algún modo, me basta.
Pienso en esa escena y me viene a la mente "La mecánica del corazón", de Mathias Malzieu.
Es una fábula oscura y delicada, donde Jack, un chico nacido con el corazón roto, vive con un reloj en el pecho, un corazón artificial del que depende completamente su vida.
Le advierten, enérgicamente, que no debe enamorarse. Pero el amor, ¡vaya que lo sabemos!, nunca pide permiso. Y cuando el protagonista lo encuentra, se lanza, a pesar del riesgo. Lo vive intensamente, como si cada segundo fuera un tesoro que se oxida al instante de tocarlo.
La novela, con toques muy poéticos, habla de esos amores que no llegan para quedarse, sino para enseñarnos algo que no sabíamos que necesitábamos aprender.
En ocasiones, no somos la historia completa de alguien, pero sí un gran capítulo que se lee con los dedos temblando.
Quizá eso sea bailar bajo la lluvia: aceptar que la magia puede durar apenas unos minutos, y que, aun así, ¡vale la pena mojarse!
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