por Alberto Vizcarra
11/11/2025 18:37 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 11/11/2025
Por Alberto Vizcarra Ozuna
Ya se ha dicho en otras entregas, pero es importante repetirlo: Adalberto Rosas López, exalcalde del municipio de Cajeme, Ciudad Obregón (1979-1982) refería que en el Plan Nacional de Desarrollo de esos años se proyectaba un crecimiento económico sostenido que le permitiría al municipio llegar al año 2000 con una población de más de un millón de habitantes.
Estamos cerrando el 2025 y el municipio de Cajeme apenas supera los 400 mil habitantes.
Si medimos la economía en razón de su potencial de carga poblacional, es evidente que este municipio no ha registrado crecimiento, sino más bien mantiene un decrecimiento constante durante los últimos cuarenta años.
Nada lejano al comportamiento de la economía nacional durante estas cuatro décadas que algunos economistas motejan como "el largo período neoliberal".
Ciudad Obregón y el municipio de Cajeme, han sucumbido frente a estas políticas.
Lo que llegó a ser una promesa, ahora es una ciudad con los peores rasgos del subdesarrollo: un sistema de drenaje de aguas negras colapsado, en el que la infraestructura más reciente fue construida hace treinta años y la más vieja está por cumplir el siglo.
Las fugas de aguas negras como las de agua potable, inundan las calles de las colonias y permanecen sin arreglo por semanas y en algunos casos por meses, creando problemas sanitarios y de salud pública por el fecalismo y por la amenaza constante de epidemias como el dengue.
El municipio de Cajeme, como otros del país enclavados en regiones agrícolas de importancia, era una promesa.
Desde su fundación a finales de los años veinte del siglo pasado, fue beneficiado con políticas públicas que se orientaron a proteger las regiones productoras de granos básicos, en perspectiva de convertirlas en centros agroindustriales, procesadores de sus propias materias primas.
A finales de los setenta y principios de los ochenta, Cajeme tenía toda la plataforma económica y potencialidades productivas para ser un polo de desarrollo agroindustrial.
Se estimaba que seguiría la misma ruta del proceso agroindustrial e industrial de Monterrey. Pero estos planes se empezaron a desdibujar con las políticas de apertura comercial indiscriminada iniciada a mediados de los años ochenta y formalmente impuestas con la firma del TLCAN.
En sustitución vino la maquilización del país, montada en la falacia libre cambista de las llamadas "ventajas comparativas" que le asignó a México -con el TLCAN-TMEC- la triste condición de un enclave de ensamblaje con mano de obra barata para el mercado de consumo de los Estados Unidos, a costa de la desaparición de la industria nacional y la profundización en la dependencia alimentaria.
El impacto del TLCAN-TMEC en los recortes presupuestales a los municipios del país, es una consecuencia de las políticas económicas y fiscales que México ha adoptado desde la apertura comercial.
A la entrada en vigor de este esquema comercial, por efecto de las importaciones indiscriminadas, las cadenas productivas regionales se debilitaron y en muchos casos desaparecieron, dejando a los municipios sin la dinámica económica requerida para gozar de fuentes tributarias locales y llevándolos a una dependencia casi absoluta de las transferencias federales.
Se agrava el cuadro con los recortes aplicados durante los últimos años, en que los estados y municipios han sufrido incrementos en los recortes presupuestales relacionados con la infraestructura de agua potable, alcantarillado, salud, alumbrado, vialidades y pavimentación.
Entidades como el Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios, el Fondo para la Infraestructura Social, el Fondo para la Salud, los convenios de descentralización, el Ramo 23, los Fondos de Desarrollo Regional para la Construcción de Infraestructura Física, el Fondo Minero, han desaparecido o sufrido ajustes que alcanzan hasta el 40 por ciento.
Se debe admitir que el eje principal de los ajustes fiscales deviene de la exigencia del sector financiero, cuyos fondos de inversión se quedan con el 15 por ciento del presupuesto nacional.
Al cierre del 2025 se estarán entregando más de 1.2 billones de pesos solo al servicio de la deuda pública.
Una deuda que sintomatiza la condición enferma del sistema financiero internacional, porque entre más se paga más se debe.
Han transcurrido más de 30 años desde la firma del TLCAN y durante este periodo han pasado por la administración municipal de Ciudad Obregón nueve presidentes municipales.
Mismos años en que el deterioro del municipio ha sido constante. Se dedicaron a ser administradores de una política económica que no proporciona espacio para el crecimiento y el bienestar de los habitantes.
Su pecado es que nunca lo denunciaron, simplemente lo aceptaron como realidad de fuerza.
Es inevitable que se incurra en el ridículo, cuando se escucha al actual presidente municipal criticar a las administraciones anteriores como responsables de los rezagos que se padecen en el municipio.
¿Acaso olvida que, de las tres décadas perdidas, tiene responsabilidad por casi una década?
Desde el Valle del Yaqui, Ciudad Obregón, Sonora, 11 de noviembre de 2025.