Sheinbaum y Zedillo; el pecado compartido
Por Alberto Vizcarra Ozuna
Cuando procuras ganar crédito apoyado en el descrédito de tu oponente, terminas en un debate patético. En eso se involucró la presidenta Sheinbaum durante estos últimos días, al referirle al ex presidente Ernesto Zedillo su responsabilidad en el rescate bancario (FOBAPROA), resultado de la crisis financiera conocida como el "error de diciembre" de 1994. La presidenta enderezó tal cuestionamiento contra Zedillo, porque el ex presidente acusó al gobierno de impulsar una reforma al Poder Judicial que tiene propósitos autocráticos.
Al parecer el sentimiento y la inercia de los tiempos de oposición se apoderaron del ánimo de la presidenta. Pero escogió un dardo que se ha convertido en bumerang, pues su gobierno, como los anteriores, le sigue rindiendo tributo al pago de la deuda ilegítima del FOBAPROA. Tan solo en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se le entregaron 261 mil millones de pesos a dicho fondo, que ya alcanza una deuda total de más de un billón de pesos y sigue siendo una pesada carga para el ejercicio presupuestal.
Según datos de la Secretaría de Hacienda, se le han entregado al FOBAPROA, hasta la fecha, 2 billones de pesos que equivalen al 6 por ciento del PIB. Ese pago acumulado de intereses alcanza a representar el 20 por ciento del presupuesto federal del 2025, equivale a casi cinco veces lo que presupuestariamente se destinará al sector educativo y más de treinta veces de lo asignado en este año a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
El crecimiento notable del pago de intereses de la deuda del FOBAPROA, durante el sexenio de AMLO -que se duplicó respecto al sexenio de Peña Nieto- es porque el gobierno decidió darle manga ancha al Banco de México en su política de altas tasas de interés para satisfacer la glotonería especulativa de los fondos de inversión y del sector financiero. La imposición de una estrategia económica que mantiene al país en el estancamiento y administrando la crisis con programas de asistencialismo social cuyo destino aparece insostenible.
Se dijo, a la hora de utilizar el FOBAPROA para el rescate de los bancos, que la medida era para proteger a los deudores. Aunque la crisis de pagos no la originaron los deudores, sino la supeditación incondicional de México a la dinámica financiera internacional que impuso la regla de que el sistema y sus prácticas especulativas se deben de poner a salvo con cargo a los presupuestos de las naciones que están en su órbita.
Era la década de los noventa, cuando las crisis bancarias explotaron en los principales países de América Latina y los apologistas del sistema financiero internacional transferían la culpa a las naciones como potenciales responsables de un colapso sistémico, acuñando términos folclóricos como el "efecto tequila" para el caso de México; "el efecto Zamba" para el caso de Brasil y el "efecto tango" para Argentina. Ante las presiones de ese sistema se rindió el personaje gris de Ernesto Zedillo, y ante lo mismo se mantiene genuflexo el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo.
Es pertinente recordar que en noviembre del 2023, cuando se daba el debate sobre el presupuesto de egresos en el Congreso de la Unión, surgió la discusión sobre la eventualidad de suspender en el siguiente año, el pago de intereses al FOBAPROA y liberar con ello 50 mil millones de pesos para destinarlos al rescate de Acapulco, entonces abatido por los efectos del huracán Otis. La respuesta de la fracción mayoritaria integrada por MORENA y sus aliados, estuvo a cargo del diputado Gerardo Fernández Noroña, quien entró a la defensa de los banqueros diciendo "y ahora quieren que nosotros resolvamos eso, y que nos echemos un pleitazo con el sistema financiero internacional para que digan que somos unos irresponsables, que desalentamos la inversión extranjera y que no cuidamos el sistema financiero nacional".
Aquí hay lugar a la pregunta, ¿no fue para evitar un pleitazo con el sistema financiero internacional que el gobierno de Ernesto Zedillo instrumentó el rescate bancario y le transfirió la deuda al presupuesto nacional? El gobierno actual señala la culpa y la rendición del gobierno de Zedillo frente al sector financiero, pero luego admite convertirse en pecador bajo la falacia de que ellos no crearon las estructuras del pecado. Se pone al descubierto que la acción del gobierno está delimitada por los confines que determina el sistema financiero internacional. Estamos pues en una alternancia de gobiernos que administran los intereses de un sector financiero cuya deuda impagable lo lleva a imponerle condiciones de ajuste fiscal y de austeridad cada vez más insoportables a las naciones deudoras.
Resulta por demás ociosa la pregunta que el ex presidente Zedillo le hace a Sheinbaum, cuando en su carta le cuestiona sobre lo que ella hubiera hecho en el momento de la crisis financiera de 1994. La respuesta es colegible: haría lo mismo que está haciendo ahora, rendirle tributo al sector bancario y al sistema financiero.
Desde el Valle del Yaqui, Ciudad Obregón Sonora, 3 de mayo del 2025.