
25/07/2025 13:32 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 25/07/2025
Manuel Valenzuela V.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos por segunda ocasión parece haber derribado los de ya por sí endebles equilibrios que existían desde el fin de la guerra fría, y hoy el mundo parece navegar a la deriva. Recordemos algunos hechos que en estos días están presentes en el escenario mundial.
El fin de semana, sin haber existido agresión alguna, Israel decidió unilateralmente lanzar un ataque con misiles dirigidos a las instalaciones donde supuestamente se desarrolla el programa nuclear iraní. Irán respondió atacando instalaciones estratégicas de Israel en varias ciudades, pero varios proyectiles afectaron población civil según muestran imágenes de las cadenas internacionales de noticias.
Israel respondió de nuevo, pero esta vez extendió su ofensiva al parecer a la infraestructura petrolera iraní y a ciudades donde también fue afectada la población civil. Estos ataques impactaron la economía mundial a través del rápido aumento de los precios del petróleo, cuyo incremento supera ya los dos dígitos en solo tres días y el potencial bloqueo del Golfo de Ormuz pudiera empeorar el escenario.
Por si esto no fuera suficiente, la ofensiva del ejército israelí sobre la Franja de Gaza continúa y la crisis humanitaria se extiende entre la población palestina que no solo enfrenta la destrucción de sus ciudades y pueblos, sino el hambre generalizada al no tener qué comer. Israel se resiste a declarar un alto al fuego y a dejar pasar la ayuda humanitaria.
Ante esta situación, de la que Estados Unidos se ha deslindado públicamente de la ofensiva contra Irán, pero implícitamente sigue apoyando a Israel, no hace nada por detener lo que ya parece convertirse en una guerra regional en oriente próximo y medio. Por su parte la ONU prácticamente no existe, pues a sus múltiples llamados a la cordura nadie les hace caso.
Por el lado de las otras potencias que podrían hacer contrapeso al actuar desenfrenado de Benjamín Netanyahu, como Rusia y China se desentienden del caso y declaran que la zona de oriente próximo y medio no es su problema. Los países europeos son los únicos que han levantado la voz para detener el genocidio de la Franja de Gaza, pero no tienen el poder militar ni la fuerza política para detener lo que está sucediendo.
En conclusión: el todopoderoso primer ministro israelí continúa haciendo lo que le viene en gana sin que nadie pueda detenerlo. Irán se defiende y contrataca, pero parece no tener la fuerza para frenar a Netanyahu. Las violaciones a las leyes internacionales son múltiples, pero cuando no hay voluntad ni fuerza coercitiva para hacerlas cumplir, las instituciones no funcionan y el derecho se convierte en letra muerta. En cierta manera podemos decir que estamos regresando a la ley de la selva, a derecho del más fuerte.
En esta situación, todos los países tienen su propia responsabilidad, unos por lo que hacen y otro por lo que dejan de hacer, pero es muy claro que este desorden y la inestabilidad que lo acompaña, tienen un epicentro y ese está en los Estados Unidos y Donald Trump es el responsable directo.
En el frente interno del aún país más poderoso del mundo, su tejido social se desgarra con la cacería de inmigrantes que actualmente se lleva a cabo. Las manifestaciones del fin de semana en contra de las redadas de ICE (Immigration and Customs Enforcement), aunque multitudinarias en muchas ciudades, no parecieron ser suficientes para detenerlas. El uso de la fuerza desmedida en contra de una población desarmada y pacífica que además mantiene parte de la economía de ese país, no se ha detenido y no sabemos hacia dónde conducirá.
El discurso del odio y la polarización que genera parece estarse desbordando. El asesinato a sangre fría de una congresista demócrata y su esposo en Minnesota, más las heridas graves infligidas a otro congresista más que se debate entre la vida y la muerte, son una muestra de que la violencia y el desorden pueden extenderse a nivel nacional. Los grupos ultraderechistas armados han amenazado con entrar en acción en contra de los inmigrantes.
Desafortunadamente no podemos decir que eso sea parte solo de otros países. En México, aunque con otro discurso, el oficialismo se impone sin contrapeso alguno. Este lunes amanecimos con la noticia de que el Consejo General del INE declaró válida la elección reciente del Poder Judicial pese a las múltiples irregularidades que estuvieron a la vista de todos y a la diminuta participación de los electores. Con esta decisión el INE dio muestra clara de que es una institución controlada por el oficialismo como también lo es el Tribunal Electoral del Poder Ejecutivo de la Federación.
En México nos movemos también en un país sin contrapesos. El Poder Judicial, único poder que faltaba de ser controlado por el oficialismo, ha caído ya en manos de Morena. El Ejecutivo y el Legislativo ya lo estaban desde antes. Se ha cerrado el círculo del poder autoritario con lo que hemos regresado al punto de partida de la lucha por la democracia. Habrá que volver a empezar.
No son buenos tiempos para el mundo y tampoco para México. Un mundo sin instituciones creíbles y sin contrapesos institucionales nunca ha llevado a los países a buen puerto. La imposición de una verdad oficial ya sea por la fuerza o por la demagogia y las dádivas, no es buena noticia para nadie. La ley del más fuerte parece haber regresado y no sabemos cuándo se irá, si es que alguna vez lo hace.