Una sola cosa
Por @chefjuanangel
-¿Cómo la ves, Chalita? Fermín cerró el changarro.
-Tan buen queso que vendía.
-Deja tú el queso, el montón de sinvergüenzas que no le pagaron lo fiado.
-Pero dicen que se irá de "mojado", pobrecita la Jesusita, se va a quedar sola.
-A ver si no la aperinga el garañón de Blas... en misa le agarra las nalgas.
Cuando Fermín volteó el cartón colgante de la puerta, leyó una y otra vez la palabra escrita con marcador; las lágrimas comenzaron a rodar sobre su blanca y abundante barba.
-Y así quedarás, cerrado para siempre- dijo en voz baja, mientras se acomodaba el sombrero para cruzar la calle; caminó rumbo a la iglesia, ahí recibiría las instrucciones necesarias para el nuevo viaje que iba a emprender.
-Compadre, váyase con mucho cuidado, y recuerde, nomás puede llevar un morral, yo le recomiendo eche cosas importantes; bueno, o una sola cosa, dependiendo del tamaño.
Fermín caminó directo a casa mientras en su cabeza no dejaba de resonar "una sola cosa, una sola cosa". Los pensamientos del hombre de 59 años iban y venían tratando de decidir qué llevaría consigo dentro del morral.
Pensó en un cambio de ropa, un par de zapatos, medicina por cualquier cosa que pudiera suceder al cruzar la frontera; hasta pensó en echar el álbum de fotos que guardaba toda la historia familiar en retratos muy específicos de cumpleaños y fechas importantes.
-Fermín, mi comadre Anita nos prestó una petaca para que lleves tus cosas, le dije que, ya que todo marche bien, le mandarás un giro postal con algunos dolaritos- dijo Jesusita con voz temblorosa, a sabiendas de que iba a separarse de su esposo por un par de años.
-No te preocupes, mujer, mi compadre me dijo que llevara solo el morral, veré qué le echo.
Esa noche, Fermín no pegó el ojo por un segundo, un momento se recostó junto a sus hijos y luego con su esposa, abrazándola fuertemente.
A las 3:00 de la mañana en punto, tomó su morral y dejó una nota para toda la familia justo debajo de la azucarera. Se dirigió a la cocina y echó lo que él consideraba sería útil para ese viaje.
-¡Mamá, mamá, mi papá dejó una nota!- Bety, la hija más pequeña, comenzó a leer en voz alta.
-Sepan que los amo con todo el corazón, les prometo que estaremos pronto juntos y saldremos adelante. Mujer, me llevé...- las lágrimas no pudieron detenerse más sobre los agolpados párpados de Beatriz y rompió en llanto.
Cuando Fermín salió triunfante de la travesía de 2 semanas para cruzar a Estados Unidos, llegó al rancho donde lo había recomendado su compadre.
A la mañana siguiente, tomó el morral, conectó una estufa portátil que estaba en la mesa y acercó un bote de café "Folgers" que habían dejado los inquilinos anteriores, sacó del morral una cafetera de peltre azul con una despostilladura en la agarradera, y dentro, una talega de café que inmediatamente usó para prepararse el primer café sin su familia.
-Continúa, Beatriz Yolanda, por favor- dijo su madre, mientras la pequeña atacada en llanto no podía leer.
-Mujer, me llevé la cafetera y la talega. Pensé primero en llevarme el álbum de fotos, pero con la cafetera, sentiré que les preparo el café todas las mañanas antes de irme al abarrotes.
Los usos y costumbres de nuestra cocina, sus ingredientes y preparaciones son los compañeros eternos de quienes salen de su país, ya que ahí radica la conexión más poderosa con nuestros orígenes, la que nos sigue dando sentido de pertenencia con lo que amamos y anhelamos. Sí, así de importante y poderosa es la cocina.
Chef Juan Ángel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos
gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.