El guiso especial
Por @chefjuanangel
-¡Qué buena hartada se van a dar las chamacas!
-¡Hasta a mí se me antoja ese guiso que hace mi comadre!
Canuto caminaba cuesta arriba junto a su compadre Pedro. Sobre el hombro derecho cargaba un costal que parecía tener vida, lo contenido en su interior saltaba y se golpeaba entre sí.
-Fíjese, compadre, que el otro día vi a mi comadre preparando el guiso especial y se me antojó para hacer unos taquitos- dijo Canuto a Pedro.
-Ah, qué raro se me hace eso compadre, ¡mejor ya deje de andar viendo a mi vieja!
Era 1966, y desde hacía varios años, Canuto pasaba diariamente por su compadre Pedro al salir de la milpa.
-¡Compadrito, ¿cómo le va, ya tiene las latas listas?- dijo Canuto emocionado.
-Ya están listas, compadre- dijo Pedro mientras las echaba a un morral junto a una cantimplora con agua y una pachita de Bacanora.
Juntos caminaban cuesta abajo con una alegata interminable.
-Mire, compadre, si usted pierde, va a traer el Bacanora mañana- dijo Pedro.
-Esto no es competencia, Pedrito, es mera diversión y pues, hay que alimentar a las chamacas- replicó Canuto.
Cada compadre tomó una lata, sujetó el extremo de un hilo enrollado en ella y ataron un anzuelo que cada quien traía en la bolsa de su camisa.
-Es el de la suerte, compadre- dijo Canuto cuando aventó el anzuelo al agua mediante un lanzamiento acrobático.
En menos de 15 minutos, habían llenado un costal con lobinas extraídos de la presa "El Novillo".
-Josefina, mira el costal que le traje a las chamacas- dijo Canuto a su esposa para que preparara la cacerola, era momento del guiso especial.
Ella tomó el costal y vació los pescados, agregó un toque de sal, los tapó y cocinó por media hora; dejó enfriar y después los aventó en el gallinero de las chamacas, tal como les decía Canuto, a las 34 gallinas que tenía en una jaula al fondo del corral.
Por muchos años, los habitantes de la "Capital del Mundo" usaron las lobinas para alimentar a las gallinas hasta que, alguien externo, los convenció de su buen sabor y empezaron a incluirla en la dieta, incluso en forma de chorizo, albóndigas, machaca y el plato típico del lugar: pescado al disco, filetes rebozados y servidos con frijoles, ensalada y tortilla grande.
Cada vez que nos negamos a probar un platillo, cerramos la puerta a un nuevo descubrimiento que quizá resulte en nuestro nuevo romance gastronómico, porque así como en una relación interpersonal, en la comida debemos darnos tiempo para conocerla, apreciarla y amarla.
Chef Juan Ángel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.