Demografía, cuidados y familia
Por Germán Lohr Granich
A menudo escuchamos en medios de comunicación y revistas científicas el impacto que tiene el envejecimiento de la población a nivel mundial.
Dicho impacto no solo es demográfico, menores nacimientos, mayores defunciones o enfermedades degenerativas, sino político y económico con profundas implicaciones para la humanidad.
En el caso mexicano nos situamos por debajo de la tasa de reemplazo de 2.1 hijos por mujer y una mediana poblacional de 30 años con tendencia hacia arriba.
La proporción de adultos mayores de 65 años y más es creciente, cercana al 9% y en las próximas décadas será de alrededor del 20% con una esperanza de vida superior a 75 años en promedio.
He ahí la importancia del presente articulo acerca del cuidador familiar y su papel central en nuestras sociedades sean ricas o pobres, atrasadas o desarrolladas.
El caso del envejecimiento poblacional, ciertamente es emblemático en un país como Japón un paraíso de ancianos y una de las sociedades más longevas del mundo.
Sin embargo, en países europeos como España e incluso América Latina ya se resiente este fenómeno que como dice la canción, llegó para quedarse.
Entrando en materia son varias las preguntas que uno debe hacerse para situarnos en esta realidad que nos toca presenciar a medida que envejecemos, como por ejemplo, ¿Qué rol juega el gobierno, la familia o la sociedad en general en el gran tema de los cuidados?
Al respecto, conviene que conozcamos el concepto del cuidador filial que proviene del latín filio que significa hijo/a sobre todo esta última, la hija, quien asume la mayoría de las veces el rol principal de cuidar a uno o ambos padres mayores, sea por razones de salud, dependencia fisica, emocional o cognitiva.
Por fortuna la psicología y la sociología no se diga la ciencia médica, cada vez más innovan en esta materia de los cuidados básicos relacionados ampliamente con la salud, la cultura y educación de los países, no se diga las estructuras y roles familiares.
Si partimos desde el nucleo familiar se presume que los hijos, sobre todo en una proporción de nueve a uno, las hijas en edad adulta son las que asumen este papel de cuidar a sus mayores.
Por ello hay que estar conscientes, pero sobre todo preparados para asumir este rol tarde que temprano o más temprano que tarde.
Sin duda todo esto es una presión creciente sobre las pensiones y nuestro sistema de salud dado las enfermedades crónico-degenerativas que requieren de mayor atención y de tratamientos prolongados con una base de contribuyentes cada vez más reducida.
Esto conlleva sostener de manera informal el sistema de salud ya que el presupuesto público no alcanza a cubrir esas necesidades y son y serán las hijas quienes asistan de manera no remunerada a sus padres y abuelos.
Dicha carga emocional y económica recae en estos "nuevos cuidadores" en su mayoría, lo reitero, mujeres, ya que el rol femenino juega un papel primordial en el cuidado y la dinamica para organizar esta nueva y a veces complicada situación.
Esta carga sin duda se resiente en quien cuida y asiste ya que en ocasiones hasta dejan su empleo, abandonan sus metas personales, incluso hasta a su pareja e hijos en caso de tenerlos.
En este caso, los gobiernos en sus tres órdenes tienen todo por hacer en cuanto a capacitación, apoyos, subsidios, leyes y reglamentos en cuanto al cuidado compartido y sus redes de apoyo ligadas al ámbito familiar.
Definitivamente hay que promover e incentivar a la sociedad acerca de la importancia de estar preparados generando un buen plan de trabajo y sus herramientas que nos fortalezcan a nivel personal y colectivo.
Temas de salud mental, resiliencia, tanatología, economía familiar, redes de apoyo, inteligencia artificial, talleres de valores son herramientas que ya están con nosotros y hay que aprender y reaprender a utilizarlas.
HE DIXI