La dulce incomodidad de no encajar
Por Primavera Fraijo
Hay libros que te atraviesan sin pedir permiso. Como una frase mal dicha en la sobremesa. O ese silencio incómodo con alguien que alguna vez fue tu persona favorita.
"Ser de fuera", de Raquel Delgado, es exactamente eso: una herida que no cierra, pero al menos ya tiene nombre.
No es un libro con respuestas ni con moralejas. Es una colección de cuentos que, más bien, parece una colección de ausencias. De momentos no dichos. De esas escenas mínimas que a nadie le importan salvo a ti... porque ahí, te rompiste tantito.
La autora escribe con una claridad brutal. Sin adornos. Como quien sabe que a veces el dolor no necesita fuegos artificiales para doler. Que basta con un pan (sí, un pan) comprado en la panadería equivocada para desencadenar todo un duelo no resuelto.
Y, entonces, una se pregunta si está llorando por el cuento o por todas las veces que también volvió a un lugar y ya no se sintió parte. O por aquellas ocasiones en las que se quedó con las ganas de decir: "yo también me siento de fuera, incluso en mi casa".
Este libro no se grita. Se susurra. Te habla bajito, como quien no quiere molestar, pero te deja la garganta hecha nudo.
Porque ahí están las madres que se tambalean, las amigas que se apagan sin despedirse, los trabajos que te aplastan, las maternidades que no salieron como en los anuncios.
Todo eso que fingimos tener bajo control, mientras subimos stories de brunch con algún filtro cálido.
Y qué alivio, ¡carajo!, que satisfacción que alguien por fin lo diga.
Porque hay algo profundamente conmovedor en leer a una persona que escribe exactamente eso que tú misma has pensado mil veces y no te animaste a nombrar. O sí lo hiciste, pero nadie te quiso escuchar.
Que no se necesita una mudanza al extranjero para sentirse foránea. Que, a veces, basta con sentarse a la mesa y no reconocerse en ninguna conversación. O abrir un WhatsApp y notar que ya no hay nada que decir, aunque todavía duela. Aunque sigas queriendo.
Los cuentos de Raquel no tienen grandes giros. No pasa nada. Y pasa todo.
Y eso es lo más honesto que he leído en mucho tiempo.
"Ser de fuera" es ese tipo de libro que no te salva, pero te acompaña. Como una amiga que no te da consejos, pero se sienta a tu lado mientras te quiebras. Que no pretende tener la razón, ni una tesis sobre tu crisis existencial, pero te mira con ternura y te dice: "yo también me sentí así".
Y, entonces, una respira. Un poquito. Porque tal vez, solo tal vez, no estamos tan solas como pensábamos.
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