
por Primavera Fraijo
16/07/2025 16:36 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 16/07/2025
Por Primavera Fraijo
A Jane Austen hay que leerla con la lupa del corazón... pero también con la del ingenio.
Porque en su aparente candidez, esa que algunos desprecian por "novelitas románticas", se esconde una crítica social tan elegante y feroz como el más implacable tratado de época.
Austen no escribía solo sobre señoritas casaderas y bailes en salones, escribía sobre el poder, sobre el dinero, sobre las decisiones que marcan destinos en silencio.
Leerla es asomarse a un universo donde todo se cuece en lo cotidiano. Donde un gesto, una frase o una omisión, revelan tanto como una guerra.
En su mundo no hay grandes batallas, pero sí campos minados de emociones contenidas y estructuras sociales firmemente sostenidas por la apariencia. Y, aun así, logra que cada historia tenga la tensión de una revolución.
Hay algo profundamente seductor en su manera de mirar la vida. Con ironía, con distancia, con un dejo de burla, y al mismo tiempo, con ternura. Es como si nos tomara de la mano y nos susurrara: "mira este desastre humano... ríe un poco, pero no dejes de sentirlo".
En "Orgullo y prejuicio", por ejemplo, nos regala a Elizabeth Bennet, una heroína adelantada a su tiempo, cuya inteligencia y autenticidad siguen estremeciendo a lectoras y lectores de todas las generaciones. Darcy, por su parte, ha sido tan malinterpretado que merece su propio juicio literario. No es un galán de cartón, sino un hombre ensimismado, torpe y profundamente humano. Austen no lo idealiza, lo disecciona. Y, aun así, lo hace inolvidable.
"Emma", mi preferido, es otro de sus logros magistrales. Un personaje femenino protagónico que comete errores, que manipula, que se equivoca y que, sin embargo, conquista.
Porque Austen no necesitaba moralidades ni castigos para escribir mujeres complejas. Les daba voz. Les daba matices. Les daba espacio en un mundo que las reducía a ornamentos o víctimas. En un mundo, pues, de hombres.
La autora escribía como quien borda con fuego. Sus frases cortas, sus diálogos mordaces, su ironía contenida... todo va tallando un retrato ferozmente humano de su sociedad y de su compleja época.
Y si uno se detiene un segundo a pensarlo, da miedo lo poco que han cambiado algunas cosas desde entonces. El matrimonio como estrategia. La presión social. Las etiquetas disfrazadas de virtud. El patriarcado.
Hay quienes llaman a Jane Austen como la "madre de la novela moderna". Y sí. Pero más que madre, fue una revolucionaria silenciosa. Con sus manuscritos escondidos, con su vida discreta, con su negativa a casarse solo por conveniencia. Ella fue desobediente de la mejor manera: ¡escribiendo!
Este 18 de julio, es su aniversario luctuoso. Murió a los 41 años de edad, sin saber que siglos después seguiríamos leyendo sus palabras, haciéndolas nuestras, subrayando con el alma pasajes que parecían haber sido escritos para este tiempo. Para este corazón.
Porque al final, lo suyo no era solo literatura. Era una forma de ver el mundo con lupa... y con entrañas.
Y por eso, ¡por todo eso!, sigue siendo mi favorita. Mi escritora predilecta por siempre.
A mí me encuentras en redes sociales como: @PrimaveraFraijo