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La boda de Gualupón

Lee la nueva columna del Chef Juan Angel.

Guari
Guari Archivo

por Juan Ángel Vásquez

12/05/2025 20:14 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 12/05/2025

@chefjuanangel

-Aquí, aquí, mijito, aquí deja el tocadiscos.

Esa mañana, el coro de Rita no haría su entrada estelar, ya que el evento a celebrarse era de mayor envergadura y requería una marcha. 

A lo alto, en el coro de la iglesia, se divisaban a todas las cantoras de pie junto a Cosmenrique, guitarrista y segunda voz, que guardaban un silencio sepulcral para hacer oír el tocadiscos que les había prestado Juanillo.

-Ahora sí, mijito, deja caer la aguja suavecito donde te dije.

Después de un primer rechinido, se escuchó el sonido de un órgano que tocaba la mismísima marcha nupcial de Wagner.

-Seguramente, su madrecita santa intercedió por él para que saliera de...

-Ay, Carmela, no seas cizañosa, mira qué guapo se ve Gualupón con su traje de vaquero, vestido de novio, madurito.

En las filas de bancas que daban al pasillo central se arremolinaban las beatas del pueblo, que, cubriéndose la boca con el velo negro, murmuraban decenas de cuentos y teorías sobre el casorio de Gualupón y "La Prieta"; él era un hombre salido de película mexicana de vaqueros, de ojos pequeños y sonrisa alegre. A sus 60 años tenía cautivadas a todas las mujeres del pueblo, pero no tomaba en cuenta a ninguna.

Hasta que un día apareció "La Prieta", vendiendo bolsitas de pan que transportaba dentro de un gran guari (cesto de palma), en ese momento, Gualupón no solo compró todos los panes, sino que la invitó al baile y ahí inició la historia.

 

-¡Pedro, Pedro!, ya se andan casando Gualupón y "La Prieta", ¿conseguiste lo que te pedí?

Pedro y "Pajarillo" (nunca se supo el nombre real), eran los amigos de parranda de Gualupón, que andaban acarreando cerveza a la plaza del pueblo, lugar donde sería la celebración. 

-Ya voy, "Pajarillo", mi tía tiene uno en la cocina, se lo voy a agarrar.

Cuando la fiesta estaba por iniciar y los recién casados caminaban por la calle, rumbo a la plaza, Pedro y "Pajarillo" iban a paso veloz en sentido contrario rumbo a la casa de los nuevos esposos, cargando una escalera, martillo, clavos y un gran envoltorio. 

-Detén la escalera a un lado de la puerta, "Pajarillo"-, ordenó Pedro.

Inmediatamente, se subió y, a martillazos, dejó colgando el robo que habían hecho.

Cuando la fiesta terminó, los esposos abandonaron, apresuradamente, la plaza para ir a sus aposentos a consumar el tan esperado acto. 

-Gualupón, ¿qué hace ese guari clavado en la entrada? ¿Gualupón, por qué tienes mi guari colgando de la pared? ¿De dónde lo sacaste?-, reclamó "La Prieta".

Ambos no dejaban de verlo.

A los pocos segundos, Gualupón rompió en un llanto provocado por una serie de carcajadas.

El mensaje que los amigos dieron a Gualupón fue: "Salió del guari", una frase popular en la Capital del Mundo que se decía con un dejo de esperanza cuando un solterón o solterona por fin cruzaba el pasillo rumbo al altar. 

Los guaris son cestos cuadrados de palma tejida, fabricados en Sonora, que, generalmente, tienen una tapa del mismo material y se utilizan para guardar tortillas calientes, almacenar pan y hasta materiales de costura en algunos casos. 

Además, lo que sale del guari siempre genera felicidad por el placer que causa la comida, por consiguiente, la frase "salió del guari" tiene bastante significado.

 

Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.