
19/05/2025 20:08 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 19/05/2025
@chefjuanangel
-¡Amá!, ¿qué vamos a comer?, ¡tengo hambre!
-Mi'jita, acabamos de desayunar. ¡Qué bárbaro!, ¡vete por unos jalapeños!, voy a hacer unas tortas de la Petra.
Antes de que su madre completara la instrucción, Claudita corría hacia la tiendita de la esquina por una lata de jalapeños en escabeche, mientras traía a su memoria aquellas mordidas tan sabrosas.
20 años antes...
-Repitan conmigo: Dos por uno, dos; dos por dos, cuatro; dos por tres...
Mientras Petra señalaba las tablas de multiplicar con su índice derecho, observaba a cada alumna con detenimiento.
-¡Regina, abre la boca, inmediatamente!
Petra caminó, de prisa, hacia el mesabanco en cuestión, extrajo el chicle de la boca con su mano y se lo pegó en el copete.
-¡Ya les he dicho: está prohibido masticar chicle!
En ese momento, Regina comenzó a llorar tratándose de quitar el pegoste del copete.
-Déjate ahí, no puedes quitarte el chicle, así andarás el resto del día para que no se les olvide a las demás. ¡Romina, bájate esa falda, una niña la porta dos dedos abajo de la rodilla!
- Petra tenía una mirada llena de disciplina que hacía temblar a todas las niñas del colegio. La Madre Petra era una monja de las Misioneras Hijas de la Purísima Virgen María; de estatura mediana, piel blanca, cabello corto y rostro cubierto de pecas.
Despertaba siempre 15 minutos antes que todas las hermanas de la orden. Ella era la encargada de dar vida a la actividad más popular del colegio Lux, y no solo para el interior de sus muros, sino para todos los alrededores y más allá de las fronteras.
-Eh, ¡vamos, vamos!
-Apúrate, Regina, no vamos a alcanzar-, ordenó Claudita, su mejor amiga. Ambas corrían tomadas de la mano mientras el colegio completo tenía puesta la mirada en el copete de Regina.
A las 10:30 de la mañana, se escuchaba una suave melodía en los altavoces del colegio, señal para que todas las niñas salieran al recreo.
La última en retirarse del salón de clases era la Madre Petra, a paso firme y lento, se introducía en la casa de las hermanas misioneras, tomaba una canasta de mimbre y caminaba de regreso a una banca colocada estratégicamente a un lado de la poltrona donde la hermana mayor tomaba el sol mientras descansaba de sus casi 70 años de servicio y disfrutaba ver jugar a las pequeñas.
Petra tomaba asiento tranquilamente, alisaba su falda, se ponía unos lentes oscuros, colocaba sus manos juntas sobre las piernas y decía para sí misma: "Bendice a estas pequeñas hermosas que se van a alimentar".
-Yo quiero una y Claudita otra. por favor.
La madre Petra desdoblaba una servilleta de algodón, con palomas azules bordadas en los extremos, y sacaba los envoltorios tan esperados.
Frente a ella tenía una fila interminable de niñas deseosas de llegar a la canasta. Se trataba de unas tortas preparadas con pan virginia untado con mayonesa y relleno de bolonia, lechuga, jitomate y una embarradita transparente de aguacate.
¡Ah! Y lo más importante, un jalapeño justo en medio del relleno; todo dentro de una bolsa de plástico que, además, contenía una servilleta doblada.
-Fernandita, ya no alcanzaste, ni modo, mi'jita, mañana será otro día.
El gran problema era que la Madre Petra solo hacía 30 tortas.
Dicen que jamás la vieron prepararlas ni cargar con alguno de los ingredientes, y que los 15 minutos de la mañana eran usados para ir a recibir la canasta de los mismos ángeles del cielo.
Las tortas de la Madre Petra marcaron decenas de generaciones, la felicidad que generaba en las alumnas era tan grande que la explicación perfecta para ello era atribuirles su preparación a los mismísimos ángeles.
Al igual que en la casa de Claudita, quien fue su alumna tal como su madre y su abuela, las tortas de Petra se siguen preparando para recordar no solo a quien les enseñó a multiplicar, sino a quien repartió felicidad junto a una canasta de mimbre y unos lentes oscuros.
Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.